Me gusta ver como por primera vez en muchos años, la gente empieza a ser consciente de que nos están apaleando y que nos van a quitar hasta el plato de la mesa, pero al mismo siento una desazón terrible porque, al repasar el proceso histórico de los últimos 20 ó 30 años compruebo que cada barbaridad cometida a lo largo de legislaturas completas, se olvida con una sutil maniobra de última hora o con una serie de promesas que nadie va a cumplir -peor aún, que todos sabemos que NO SE PUEDEN CUMPLIR- pero que sirven para convencer a unos pocos indecisos de que en realidad, es el mal menor, que la verdad, también han hecho cosas buenas...no sé.
Me da un miedo terrible, que a veces, en aras de lo políticamente correcto, dejemos de lado lo importante, para atender a lo urgente y sobre todo, que la visión global de los problemas, quede a veces reducida por nuestra incapacidad para salir de nuestro círculo de comodidad, y nuestra necesidad de convertir el problema en un ataque a nuestro campo de actuación vital. Así, los funcionarios sospechan que los únicos perjudicados son ellos, que pierden derechos de forma constante (eso es una constatación axionmática de la realidad y no creo que precise de datos para su comprobación), y que se ven perjudicados, no solo en su calidad de vida sino también en la calidad de sus relaciones con el entorno, que les ataca cuando en realidad deberíamos estar apoyando y aprovechando el movimiento que ha surgido del descontento de los maltratos a lo público para crear sinergias que contribuyan al establecimiento de un punto de partida desde el que todos juntos empecemos el avance con una referencia única y válida.
Por otro lado, están los sectores subvencionados que pierden algunos de sus privilegios y que piensan también que ésto es una guerra contra ellos, olvidando que el resto de la población activa se encuentra cuando menos en una situación tan penosa como ellos.
Los autónomos, licenciados, jóvenes, mayores de 45, todos y cada uno de los sectores implicados, salvo los causantes, creen que el problema es solo con ellos y de esta forma, los causantes, siguen paseando su desvergüenza sin ningún miedo real a que sus privilegios se cuestiones verdaderamente porque, en esa lucha terrible que mantenemos para saber contra quien van las medidas, el único que queda a salvo es el que va contra todos. DIVIDE ET IMPERA.
No quisiera despedirme sin plantear un pequeño pensamiento. Mientras no tomemos la calle, de forma permanente y firme; mientras consintamos que se sigan moviendo es esos lujosos coches que pagan a base de que la gente no tenga que comer y mientras, no tengamos claro que el problema no es de izquierdas o derechas, de funcionarios o autónomos, sino de POBRES Y RICOS y salgamos, como he dicho A LA PUTA CALLE a obligarles a poner el dinero (que está ahí -el dinero, ni se crea ni se destruye, solo cambia de bolsillos) en movimiento, crear riqueza para la población y darnos lo único que nos hace personas y que nos dignifica haciendo que podamos mantenernos nosotros y nuestra familia, sin vernos obligados a pedir limosna, digo mientras sigamos discutiendo quién tiene razón, los únicos que tienen razón, son ELLOS.